Comentario
El Islam es "religión y Estado". Por lo tanto, la base de dicho Estado es ideológica y la misión del soberano es, precisamente, la protección de dicha fe. El califato legal y legitimado por la sucesión del Profeta servía al individuo para lograr la salvación eterna, con lo que se alcanzaba una perfecta conjunción entre gobierno y súbditos. Bajo este sistema, la religión es la base de todo el poder y el soberano sólo un fiel reflejo de Dios en la Tierra. De esta definición deriva la palabra califa, es decir, "sicario". En este orden ideal, el bien individual y el del Estado coinciden, y la ley canónica o sharía es la vía de conducción. Así, el califato en el Islam sunní o el immanato en el shií son el Estado islámico justo y verdadero, mientras que los otros únicamente buscan fines terrenales. Sin embargo, teoría y práctica no recorrieron juntas mucho camino en la historia del islam debido a las dificultades para conjuntar religión y política. El hecho de establecer el origen divino del poder político obligaba a los gubernativos a colocar la política bajo enfoques teológicos y jurídicos, como les sucede a las otras dos grandes religiones monoteístas, el cristianismo y el judaísmo.